Pequeña Pasajera

Una mujer sola en la estación.
Está esperando.
Teje una bufanda larga, larguísima.
Tararea una canción triste.


Una mujer.
Sentada sola.
En una estación.
Teje una bufanda larga, larguísima. Tararea una canción.

Stop.

Tiene un boleto. En la mano. Un boleto único. En la mano. Cae la segunda hoja del otoño.
No sé dónde ponerlo.
Mi boleto, digo, no sé donde ponerlo.
Qué haré con él.
Sostiene el boleto, en la mano, la mujer, con el pulgar y el índice.

Un hombre malo se ha robado el otoño.
Y la mujer tiembla, un poquito, mientras sostiene en la mano, con el pulgar y el índice, sin saber donde poner ese boleto frágil, todo arrugado, invisible, un boleto qué vaya a saber a dónde lleva, a qué lugar. Y se pregunta, la mujer, mientras piensa, porque pensar ahora es lo único que hace, piensa, piensa y se pregunta por qué ha guardado ese boleto, a dónde lleva, qué voy a hacer con él.
Teje. Tejer es lo único que hace. Dicen los hombres. Dicen, dicen. Decir dicen muchas cosas.
Dicen en youtube que el primer punto no se teje.
Eso dicen, yo qué se.
Dicen que el montar es la parte más delicada de toda la operación, el comienzo de un enredo de estambre alrededor de la aguja. La parte más compleja, donde comienza el enredo, donde todo puede salir mal.
Dice Cortazar que las mujeres tejen porque han encontrado en esa labor el gran pretexto para no hacer nada. Y si él lo dice, así será. Dice un escritor checoslovaco que la coquetería es una promesa de coito… pero sin garantías.
Dicen los hombres que todas las mujeres son histéricas.
Dice una tía que el anillo de compromiso se coloca en el dedo anular de la mano derecha hasta el día de la boda, donde pasa al dedo anular de la mano izquierda protegiendo a la alianza. Como corresponde.
En este punto se toma el estambre desde el ovillo y se envuelve la punta en la aguja derecha en dirección contraria a la de las agujas del reloj asegurando no envolver el estambre alrededor de ambas agujas y no tirar con demasiada fuerza, porque puede romperse, y si se rompe, ahí te quiero ver.
Dice una amiga que después de los 30 se coje, o se coje.
Dice un actor que el amor no existe, que sólo hay reacciones químicas.
Dice un cantautor que “nunca jamás”, quiere decir “tal vez” y otro cantautor dice que “nunca digas nunca” es decir nunca tres veces contando la última.
Dice un dramaturgo del siglo XVI que la razón del amor es que carece de razón, sólo así puede unirse lo separado.
Dice una actriz que lo bueno de los caminos son las encrucijadas.
Dice el amigo de un amigo que las hippies cojen mal.
Dice una trabajadora que lo que hay que conseguir en un marido es un buen compañero. Ella va por el cuarto matrimonio. Ellos, los maridos, tuvieron cuatro matrimonios respectivamente cada uno, lo cual da, contándolos todos, 16 matrimonios más o menos infelices. Es un dato para sospechar de las estadísticas o de los matrimonios.
Desliza la aguja derecha hacia el frente de la aguja izquierda, mientras mantiene el bucle que acaba de crear en la aguja derecha y el nudo corredizo en la aguja izquierda. Desliza lentamente la aguja derecha para acercar el bucle a la punta, sin que se zafe, la aguja derecha se asoma por detras de la aguja izquierda casi al mismo tiempo. Y repite otra vez la misma operación.
Dice un poeta que de tal modo se amaron que siendo dos en amor eran solo uno en esencia.
Dice un psicólogo que las mujeres deben sacarse a pasear.
Dice una esposa que los bombones engordan, las flores se marchitan…el oro dura toda la vida.
Dice una madre que no se puede ser una profesional exitosa y tener una familia feliz. Hay que saber elegir.
Dice una escritora de cuentos infantiles, que la educación femenina es corrupción de menores.
Dice también la escritora de cuentos infantiles que un hombre malo vino y se llevó el otoño y ahora lo andan buscando, al hombre malo, al otoño, a la escritora de cuentos infantiles que se fugó con el hombre malo y con el otoño y armaron un trío y se la pasaron bomba, mientras los niños se quedaban sin otoño, sin agujas, sin cuentos infantiles y las hojas dejaron de caer. Stop.
La mujer piensa: Soy una cobarde.
De inmediato se olvida.
Stop.
Stop.
Stop.